Blogia
das Mystische 2.1

El Hombre Narrativo

El Hombre Narrativo Como en otras ocasiones, la velada, después de la cena, se convierte en campo minado para psicólogos y exploradores. A ella, parece, siempre le gusta revolver en la basura de la vida, levantar la pesada piedra, una y otra vez, donde se esconde sigiloso el escorpión de la memoria. Y está justificado que así sea, no lo dudo: ella tiene cuentas pendientes muy importantes; las consecuencias, por tanto, más allá de lo que aconseja una excelente noche de agosto, suelen ser devastadoras. Cuando avanzamos por lugares comunes todo parte de un guión bien definido donde cada cual cumple con su papel y luego desaparece. Nosotros mismos, por ejemplo, a pesar de las apariencias, también estamos allí, en aquel tiempo, y también acabamos juzgados, absueltos o condenados. Como en otras ocasiones, yo intento que todo sea lo más leve posible, lo más fugaz e intrascendente; pero ella no tarda en hurgar a conciencia en la herida (¿con veladas intenciones humanitarias?), en mostrar una interpretación de los hechos que siempre me hace perder los papeles. Sí, le digo, yo estuve allí, te juro que me acuerdo de todo y de todos, pero guardo en mi memoria una versión diferente de todo ello. ¿No recuerdas cómo estuve a la altura de las circunstancias aquella jornada en que debía decidirse una parte importante de nuestras vidas? ¿No fui yo quien se levantó sobre la miseria y evitó la llamada de las aguas negras del río? Lo peor, no obstante, es que ella suele mostrarme sin piedad las grietas de mis historias, lo ineficaz e inestable de mis giros y adaptaciones. Y que la noche, más tarde, acaba consumida entre guiños oscuros de inseguridad y vacío.

El Constructivismo Psicológico, en su modelo narrativo, nos enseña que cada uno de nosotros tiene para sí un relato de su propia vida y que nos pasamos ésta contando historias, todas verídicas, que vamos extrayendo de nuestra propia biografía. Al trasladar estas narraciones (y creo que, por lo que he relatado más arriba, éste podría ser mi caso), fijamos recuerdos y eliminamos a su vez ciertos desgarros internos; creamos, por lo tanto, nuestra propia identidad, la retocamos de forma sucesiva, vamos dando consistencia al sentimiento de nuestra existencia; nos otorgamos significación porque justificamos y cargamos de congruencia nuestras actuaciones pasadas y vamos perfilando nuestro sentido teleológico, lo que nos da razón de ser. Resumiendo: nos imaginamos un rostro que nos justifica, construimos el tejido con el que, llegado el caso, superamos una depresión o evitamos la tentación del suicidio. Nuestra representación del mundo –sigue aclarándonos el modelo narrativo-, y aun nuestra propia identidad, no se corresponden con una descripción estática y fija, sino que son una historia viva o dos versiones de la misma historia, que se desplazan evolutivamente al ritmo y compás con que el propio narrador se desplaza por el tiempo.

El psicólogo cognitivo Jerome Bruner, en uno de sus libros fundamentales, Realidad Mental y Mundos Posibles, nos explica lo que considera las dos maneras diferentes de conocer, es decir, las dos modalidades de funcionamiento cognitivo. Las modalidades de pensamiento que Bruner distingue son el modo de pensamiento paradigmático y el modo narrativo. El modo paradigmático sería el propio de la comunidad científica, elaborado con sus métodos tradicionales. El método narrativo, en cambio, es el mundo de las historias y de las intenciones que transforman el tiempo; el pensamiento narrativo consiste en contarse historias de uno a uno mismo y a los otros, construyendo un significado con el cual nuestras experiencias adquieren sentido. Alfredo Ruíz, del Instituto de Terapia Cognitiva de Santiago de Chile, en La Narrativa en la Terapia Cognitiva Post-racionalista, ilustra cuestiones sin las que me hubiera sido imposible edificar este artículo, pero lo más impresionante, sin duda, es ese final, El Hombre Imaginario de Nicanor Parra, con el que él, a su vez, concluye el suyo. Yo, por mi parte, humildemente, he transformado El Hombre Imaginario de Nicanor Parra en El Hombre Narrativo; sigo pues inventando, una vez más, a mi manera, mi propia epopeya. “Todo ocurre en nuestro universo mental”, escribió René Magritte rodeado de nubes y cabezas que parecen nubes. Un universo mental y narrativo, mi propio universo en definitiva, que a veces inventa y se cuenta historias.

8 comentarios

Anónimo -

pini -

contesto de antemano que 2 + 2 = 4 (y si le pongo 5 me echa?), porque esa barrera protectora de abajo la olvido, y se borra lo escrito.

no tengo paciencia ni me da la cara para repetir comentarios tan poco vinculados con el artículo (siempre tan bueno)

cómo van tus vacaciones? hace tiempo que no te veo subido al rompeolas.

que disfrutes mucho, yo me encargo de ventilar, poner las cartas sobre tu escritorio, regar las alegrías.

(no sabes cómo rie la perla negra! se hace sentir de tal modo que ya nada ha vuelto a ser igual, ni siquiera yo).
un abrazo.

licparra -

Muy intersante el articulo, como con lo que decimnos de nuestra vida, le damos un prisma a nuestra vida, ya que siempre rescatamos lo mejor para una proyección anuestros semejantes. El ´problema puede empezar vuando nos basamos mucho en las personas que nos rodean, para después mostarnos como somos.

Magda -

Si no mal recuerdo, este pensamiento narrativo ("contarse historias de uno a uno mismo y a los otros, construyendo un significado con el cual nuestras experiencias adquieren sentido") lo señalaba una y otra vez Nietzsche, decia que hay que narrar para construir. Me gusta mucho el significado de ello, y ahora se que el pensamiento de Bruner lo muestra también.
Muchos saludos, primera vez que entro a tu blog y me entero que te vas de vacaciones, feliz viaje.

José Angel -

Ah - (¿?). Gracias a tí por la welcome, y que disfrutes de las vacaciones.

Enrique -

José Ángel: bienvenido a Das Mystische; celebro mucho tenerte por aquí. Ahora me pillas cerrando la maleta y con la familia, en plan caníbal, subida a mi espalda. Cuando regrese del lío vacacional me gustará charlar contigo (te debo un agradecimiento, ya te contaré). Ahora me voy a crear un mundo ficticio en la costa andaluza, por unos días, a pesar de las algas y a pesar de todos los pesares. ¡Hasta la vuelta!

Cristina: guarda tu máscara de dios quetzalcoatl: el hombre narrativo, bajado de la parra, marcha ahora a contar una historia no por repetida menos edificante. Te debo unos poemas (sí, esos que no cambiarán tu vida, pero que te enseñaran lo poco importante que supone escribir (o no escribir) bien; al menos para mí. En la frontera con lo no existente, allí mismo, enfrente del espíritu de Manolo, también aprovecharé para seguir la pista de mis antepasados verdiblancos. El árbol genealógico es una buena historia para hombres narrativos deseos de buenas historias.

Dios ¡qué historia!

José Angel -

Muy gráfica la manera en que presentas la teoría de la narración como creación de una historia conveniente para nuestra auto-imagen... y sobre todo cómo muestras que el antídoto contra esos mundos ficticios está en la narración misma, en el conflicto de narraciones... Bueno, ese conflicto también puede producir una síntesis provisional - ójala (lo digo porque acabe bien el post-después de la cena...)

Cristina -

Estupendo lírico-artículo-narrativo sobre el reinventarse y el construir espejos...

Yo, intuitivamente lo llamo "vivir para contarme", a la manera de Gabo. Y es que eso hago, pespuntearme toda de literariedad, literatura, Propps y cuentos rusos, para ver si me veo mejor entre tanta marabunta. (Me pone el caos, sí)

Ahora resulta que los psicólogos le llaman de una manera muy rara y constructivista a esto de la puesta en escena goffmaniana para dentro...

Adoro a tu/mi Magritte y su demostración práctica de que el surrealismo no es tan surrealista como los no-surrealistas quieren hacernos creer que era...

¿Qué más iba a decir? Ah, sí, eso tan manido de Kipling de que "todo está en el estado mental"...

Dos más dos siguen siendo aburridísimamente cuatro y...

Cambio máscara de dios quetzalcoatl revieja e impregnada por hombre narrativo que haya bajado de la parra.

Cristina AVVCO